2 hermosos lenguados
4 o 6 calabazas verdes de no más de 1 kilo 2 pimientos rojos y 2 verdes 4 tomates medianos
2 cebollas grandes
4 dientes de ajo
1 loncha de tocino
Aceite de oliva
Sal gorda
Un estornudo de pimienta
Una caricia de azúcar
Un maná de tomillo, orégano y pebrella
Armado con la paciencia de Aldonza, empiece por sofreír, en poquito aceite y la grasa resultante de la lasca de tocino, los ajos hasta que Midas haga su trabajo. Luego, agregue, en dados no superiores a un centímetro, los pimientos y cebollas.
Deje que, a bajísimo fuego, los vegetales pierdan la vergüenza antes de añadir el tomate picado sobre la tabla.
Remuévalo de vez en cuando durante la cocción, que, para que el pisto adquiera esa melosidad que le empareja con una jalea de vegetales, no debe ser inferior a dos horas.
Le sobrará tiempo para abrir las calabazas, retirar las pepitas, y, con un sacabocados, extraer su pulpa. Pique esta de igual manera que los otros vegetales y, salpimentada e impregnada de aceite, ásela al horno, a 180o durante veinte minutos en una amplia placa.
En la recta final, agréguela al pisto.
Premie el conjunto con un saludo de azúcar, la dehesa de hierbas, y compruebe la cocción.
Introduzca el pisto en las coquetas calabacitas (¡qué ahorro de vajilla!) guardadas al efecto, y, antes de taparlas, disponga sobre el pisto los lomos del lenguado, obviamente liberados de piel, cortados en dados y salteados un instante en mínimo y humeante aceite.
Con la loncha de tocino que aportó al pisto suavidad y brillo, soborne al gato.
Chef Abraham García para SEA EIGHT